Por el centro y noroeste de Argentina |
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Agosto de 2003
Martes 12 Estábamos en las cercanías de Payogasta (Salta).
Eran las 13:30 y llevábamos cierto atraso para nuestros planes. Tomámos la RN40, que, no mas ancha que una senda, sube por la margen izquierda del río Calchaquí, buscando sus nacientes en los hielos del Acay. A poco de andar, los estómagos claman por un poco de comida y, a la sombra de uno de los últimos árboles (mas arriba de 3500 metros no crece ningún árbol) improvisamos un pic-nic con sandwichs de salame, mortadela, queso y tomate. Lo mas fuerte que se tomó en esta ocasión fue coca (cola) y de la otra, en hojas y masticada para prevenir el "soroche", mal de altura o "puna". Realmente tiene un gusto horrible, y a los pocos minutos estábamos todos escupiendo por las ventanillas aquel amargo amasijo de hojas a medio masticar. (Ya volveríamos a ella con la motoneta sin nafta).
El paisaje, a medida que ascendemos se torna mas bonito, rocas rojas, ocre y verdes dan marco a aquel hilo de agua que corre allá abajo con el nombre de río Calchaquí. Pasamos por caseríos rodeados de pequeños campos cultivados que aprovechan la escasa humedad proporcionada por el río. Las parcelas con plantíos decoran aún mas aquel agradable entorno, con sus distintos tonos de verde. Van quedando atrás Palermo Oeste, El Rodeo y El Cajón.
En algún lado nos salimos del camino a bañar las camionetas transitando por el río.
Suspendemos la entrada al Cañón del Diablo por cuestiones de horario (lástima, allí el río Calchaquí se encajona entre dos paredes verticales y, en un tramo, desaparece en un túnel natural horadado en la roca, para surgir nuevamente, unos trescientos metros mas adelante). Pocos kilómetros mas y entramos a la Poma, única población de relativa importancia en el valle del Calchaquí superior. Su cuidada plaza, pircada y repleta de árboles (está a 3.070 msnm) alimentados por el agua de una acequia, brindan la última oportunidad de sombra para el viajero. El pueblo luce una bonita capilla pintada de un pulcro e intenso tono rosado.
A pocos cientos de metros mas al norte de allí se ubica Pueblo Viejo, antiguo emplazamiento de la Poma hasta que fuera destruída por un terremoto en la noche de Navidad de 1.930. El pueblo "fantasma" comenzó a ser repoblado, perdido el miedo, 70 años después de aquella gran catástrofe.
Un solo poblador sale a recibirnos. Maximiliano, un chico de unos 9 años que, cual improvisado guía turístico nos muestra y cuenta cosas del lugar. A el le preguntamos por "la Pomeña", "la Eulogia Tapia" aquella que menciona ............ en su zamba "Eulogia Tapia en la Poma... ". Nos dice que es muy probable que no esté en su casa, que haya salido a cuidar sus chivas... Salimos de Pueblo Viejo rumbo al Norte. Vadeamos el Calchaquí que, a esa altura es poco mas ancho que un arroyo y, nos dirigimos hacia la casa de Eulogia.
Es una casa con una repetable parcela de campo, en las afueras del pueblo. Salen a recibirnos unos bravos perros ladrando que se amansan a la primer caricia. Una pequeñísima mujer de cara extremadamente curtida por las inclemencias del clima nos informa que Eulogia no está y no sabe a que hora volverá. A los pocos segundos, y "ablandada" por nuestra decepción, nos confiesa que ella es Eulogia Tapia. Debe estar podrida que cada uno que pase por allí quiera ir a conocerla y a sacarse fotos junto a ella. Sin embargo, con total resignación se somete a la ceremonia ritual de sonreir frente a las cámaras mientras un extraño posa a su lado.
Besos, abrazos, una promesa y, nuevamente al camino. Pasamos por Esquina Azul, la escuelita de El Saladillo (que visitáramos con VIAJEROS hace seis años), vadeamos en varias oportunidades el Calchaquí, buscando la orilla que permitiera abrir aquel camino llegando al hito del IGM que marca los 3.767,3 metros. Allí, en 1.997 debimos pernoctar armando carpas en el interior de unas ruinas indígenas. Poco mas adelante, siento que a la Lada Verde le cuesta subir, pienso que puede deberse al 50% de sobrecarga que lleva por sobre lo estipulado por manual, pero no. Es una "quedada" muy rara, como si tuviera un corte de corriente a las 3000 rpm. Pienso y pienso, mientras sigo exigiéndola para que trepe aquella interminable cuesta, hasta que me doy cuenta que lo que le pasa es que se queda sin suficiente combustible cuando las revoluciones y el torque lo solicitan. Dudo en un primer momento de la bomba de nafta. Al momento recuerdo que la última vez que le cambié el filtro de combustible tenía 16.000 kilómetros, y ahora tiene 55.000. "Evidentemente ahora los filtros de combustible vienen muy malos y no aguantan ni 40.000 kilómetros" pienso mientras me detengo a buscar una solución. (Aclaración: un filtro de combustible tiene una vida útil de 10.000 Km). La solución fue sacar el filtro de nafta y soplar en sentido inverso al de circulación del combustible. Esta operación consiguió expeler óxido, tierra, pasto, un gato muerto y no se cuantas cosas mas que había dentro del filtro. A falta de otro, colocamos el mismo artefacto, reparado "a nuevo" y continuamos camino (Mauricio no podía creer lo que acababa de escuchar). Faltan trepar los últimos y mas empinados 1200 metros que nos llevan a la silleta en que se encuentra el Abra, muy cerca de la cumbre del Nevado del Acay. Ahora es tiempo de prestar atención a las temperaturas de los motores. La baja velocidad, el tremendo esfuerzo y el permanente viento "de cola" hace que los radiadores no den abasto. Ayudamos con la calefacción para disipar ese exceso de temperatura. Afuera la temperatura ambiente baja violentamente. Los afluentes que, conformando un abanico, dan origen al río Calchaquí están completamente congelados y han quedado varios cientos de metros por debajo nuestro. Es la mejor hora para disfrutar de aquel paisaje. Desde la altura observamos como se aleja hacia el sur aquel río Calchaquí que irá a juntarse con el Santa María en Cafayate para girar al norte y endicarse en la presa de Cabra Corral. Saldrá de allí con el nombre de Juramento y, cruzando Santiago cambiará de nombre por Salado, colectará las aguas de los bañados del norte de Santa Fé y desembocará en el río Paraná frente a la capital de aquella provincia. Si, fue el causante de la gran inundación que sufrió la ciudad durante los primeros meses de 2003. Aquí luce pequeño e insignificante, gota a gota va reuniendo las aguas de los deshielos y crece hasta convertirse, pocos kilómetros mas adelante (Cachi) en un importante cauce que amerita un enorme puente de mas de trescientos metros de largo para su cruce.
Parece que ya llegamos pero los altímetros marca solo 4.500 metros de altura. Ahh, todavía falta aquel zig-zag. Unos minutos mas de esfuerzo para los fierros nos llevan a la ansiada cima de la RN40. 4.970 metros marcan los GPS (4.895 reza el cartel puesto hace 30 años).
Federico junto al cartel En 1978 tomé 4.930m con altímetro barométrico (no existían los GPSs). En 1.997 fueron 5.061msnm con GPS y error inducido por el sistema. En Oct del 2000 tomé 4.969m con GPS de 12 canales y supresión de error, altura que se repite hoy. ¡Que frío!!! El viento está helado. Como siempre, sólo unos pocos minutos en aquellas alturas, lo necesario para una breve contemplación del paisaje, las fotos de rigor y... alguna tiradita que se hizo Mauricio sobre las afiladas rocas para conseguir unos metros mas de altura. A bajar!!! Que San Antonio nos espera. La bajada, (o subida según el sentido de circulación) por el Norte es muy suave y placentera. Solo los primeros 800 metros de descenso (Hasta los 4,150) son de camino sinuoso. De allí en adelante, una extensa recta en declive nos lleva a los 3.900 en que la ruta 40 se "monta" sobre la 51 y continúa bajando los últimos metros hasta San Antonio de los Cobres. Llegamos al atardecer, a la hostería de las nubes, con deseos de ducha, alimento caliente y cama. Conseguimos las tres cosas y, reordenados según roncadores/no-roncadores, dormimos 4,2,2. Formación que resultó ideal, excepto para Adrián que pensó que había solucionado el tema con algodones en los oídos, algodones que combinados con la puna tuvieron un efecto catastrófico en su persona. A partir de allí tuvo que improvisar otras "ingeniosas" soluciones para poder conciliar el sueño a pesar de su coequiper. Pierre Carlo es "a prueba de bombas", duerme dentro de un volcán en erupción. Federico prefirió soportar los "delicados" ronquidos mios y de Juan Cruz anque el rechinar de dientes de Pablo, antes que los dragones y elefantes enfurecidos que bramaban en otras piezas. Miércoles 13 de Agosto: No voy a mentir. No madrugamos. Pavada va, pavada viene. Salimos de San Antonio casi a las once de la mañana. Filtro de nafta no había, así que la Lada debería soportar el "reciclado" por unos cuantos kilómetros mas. No teníamos previsto divisar una gasolinera en los próximos 700Km. A poco de tomar la RN51 rumbo al paso de Sico, nos desviamos hacia la Mina (abandonada) Concordia (cobre). La senda se retuerce entre cañadones y en unos pocos minutos nos deja frente a una barrera con un cartel que dice "Propiedad privada, Prohibido pasar", que nadie del grupo vió, asi que entramos inadvertidos. Eso si, ahora "pelito para la vieja" ninguno de ustedes puede decir que no les advertimos que hay un cartel que dice "PROPIEDAD PRIVADA, PROHIBIDO PASAR". Sorry por los que vienen detrás, tendrán que luchar con sus conciencias.... (ja, ja, ja.). El caminito sube hasta el nivel de las vías ferroviarias (por allí pasa el "Tren a las Nubes"), donde se encuentra la estación Mina Concordia. Está todo abandonado; las galerías que penetran la montaña en sentido horizontal y vertical, las moliendas, los generadores de energía, los montacargas que descienden unos cuatrocientos metros hasta las entrañas de la tierra, las viviendas, los galpones, hasta las montañas con mineral extraído han quedado allí a merced de los vientos. No tocamos nada, no rompimos nada, no escribimos nada, no nos llevamos nada, solo las fotografías y el recuerdo en nuestras retinas.
Mauricio trepó unos metros con la Cherokee hasta una boca mina en la que se metió, caminando con Adrián hasta que la galería terminaba en un profundo pozo.
Los demás recorrimos y tomamos fotos, no hallando explicación a aquel abandono. En las cercanías un cementerio guarda las osamentas de los que dejaron allá sus vidas, tras una ilusión de prosperidad que nunca les llegó. Bajamos y retomamos la senda que nos llevará hasta el Viaducto Polvorilla, (un clásico de la Puna salteña), allí el ferrocarril internacional a Chile que cruza por Socompa supera una profunda quebrada transitando por este enorme puente metálico. Llegamos en pocos minutos y nos encontramos con unos cordobeses que andaban en un Toyota Corolla y nos cuentan que nos habían visto ya en varias oportunidades (cerca de la confluencia 25-65 y en Cachi). Ya se han instalado allí artesanos que han levantado un gran local para exposición y venta de sus productos, se ha construido también una pasarela que permite subir caminando hasta el nivel de las vías y nos recibe una banda de musiqueros tocando sones del altiplano. (demasiado para mí).
Después de las "obligadas" fotos, salimos a buscar la "51" para torcer hacia el Oeste. "Hoy debemos hacer la 24-67, en las orillas del salar del Rincón".
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