Familiar      

1978 - Cuestas Argentinas

Hoja 4

Cuesta del OBISPO

Valle Encantado, Payogasta y CACHI

Amanecimos en la ciudad de San Miguel de Tucumán, en esta recorrida hilvanando las cuestas más representativas de la República Argentina.

Ese día lo aprovechamos recorriendo la ciudad.

Calles, Cabildo, Plaza, Catedral.

      

Y la insoslayable Casa de Tucumán, aquella en que representantes de las provincias del Virreinato del Río de la Plata firmaran el acta de la Independencia de la Corona Española un 9 de julio de 1816.

Foto en su portada con las columnas torneadas, mil veces dibujadas en nuestros cuadernos escolares.

En Tucumán, nuestros amigos Cacho y su esposa Liliana, dijeron BASTA de este ritmo alocado de subir y bajar montañas, NOS VOLVEMOS.

Y sacaron pasaje en el primer Bus a Buenos Aires donde los esperaba y extrañaba su hijo Nicolás de unos pocos meses de vida.

Continuamos solos, todavía teníamos por delante lo mas bravo en Cuestas; la del Obispo de 3626msnm, la temible y poco conocida en ese entonces Cuesta del Acay de 4.895msnm y la de Muñano de "tan solo" 4.200...

Esa tarde arribamos a la ciudad de Salta.

Nos alojamos en una primorosa pensión en la calle Buenos Aires, propiedad de dos hermanas españolísimas que habíamos conocido el año anterior en que pasáramos por esta hermosa ciudad.

      

      

La mañana siguiente, antes de partir hicimos una rápida visita a la plaza principal con el esbelto Cabildo de Salta y la monumental Catedral.

Los días escaseaban así que acto seguido y sin más, partimos a zambullirnos a la Quebrada del Río Escoipe.

Este accidente geográfico, tallado por el otrora caudaloso río, fue aprovechado para dibujar la traza de la carretera que nos subiría hasta Payogasta y Cachi.

Es la denominada Cuesta del Obispo.

Río Escoipe. Para tomar noción del tamaño de ese lecho vean que por el agua marchan dos jinetes.

Primitivo mosaico fotográfico para mostrar el paisajes de quebradas por el que se ha trazado la Cuesta del Obispo.

Ya habíamos recorrido cientos de curvas y todavía faltaba bastante.

Alguien nos había comentado que llegando a la cima de la cuesta había una desdibujada huella que salía hacia la izquierda del camino y que llevaba a "un valle Encantado".

Atentos a lo que nos habían relatado descubrimos esa huellita, pero ningún cartel indicaba en aquella época hacia donde nos llevaría.

La pronunciada bajada en que se sumergía la huella me hizo dudar... si al regreso la podríamos "remontar"... Pero, en fin, la curiosidad pudo más y allí nos zambullimos con el Renault 12 a "descubrir" el Valle Encantado.

Hoy está perfectamente señalizado y lo han convertido en Parque Provincial.

Un desmoronamiento en la huella nos mandó a campo traviesa. Más allá una profunda grieta hubo de ser esquivada improvisando otro desvío.

El sol se estaba poniendo pero sus últimos rayos nos mostraban un paisaje "de encanto".
No se equivocó en lo absoluto quien bautizo así a este pequeño vallecito entre altas montañas.

El sol se vá, se vá y se fue...

En la penumbra continuamos disfrutando algo más de ese entorno.

Ya casi de noche volvimos al camino, pasamos por Piedra del Molino, parte más alta de la Cuesta del Obispo, donde el cartel indicaba 3.620msnm (años después con altímetro comprobamos que alguien permutó los números porque en realidad está a solo 3.260 metros sobre los mares.

Pasando Piedra del Molino comienza una bajada esquivando cerros y, de repente, sin uno poder imaginarlo, una recta.


Si, una larga e interminable recta de más de 10 Km que uno no puede explicar allí en aquel paisaje de cuestas y quebradas.

Es la recta de TinTin.

Posteriormente el asfalto le quitó parte de su encanto. Allí pudimos ir a más de 120 Km/h en cuarta y a fondo, despues de tantas curvas y contracurvas.

Pasando la recta de TinTin, otra bajada nos lleva a los 2290msnm donde se encuentra Payogasta, unas pocas lamparitas encendidas nos indicaron que allí había un caserío (en 2003 volví a llegar de noche a Payogasta y la iluminacion de calles, casas y acceso hace pensar que uno esta llegando a Paris).

      

Continuaba ese camino de tierra (RN40) hacia el sur. Apuntábamos a Cachi donde pensábamos pasar la noche, al pié del nevado del mismo nombre que, con sus 6.380 metros de altura le disputa supremacía a la mismísima Cordillera de los Andes que corre unos 300 Km más hacia el Oeste.

Allá lo vemos, esas lucecitas que se ven debe ser Cachi...

Así fué.

Ya de noche conseguimos alojamiento en la entonces única hostería, la del Automovil Club Argentino, situada como casi todas ellas, en un punto panorámico desde donde veíamos el pueblo, el río Cafayate y el imponente Nevado iluminado por la luna y las estrellas.

Dejamos los bártulos y nos fuimos a pasear por el centro de Cachi.

Sus calles aun no conocian el empedrado y a pesar del frío reinante (pleno invierno) lucían de lo más acogedoras.


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Las otras cuestas de este viaje

Miranda
Zapata y Belén
La Chilca y El Clavillo
Del Obispo
Del Acay
Muñano

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