Escrito por Aldo LOMBARDI


He realizado tantos viajes para explorar la zona al norte del poblado de Bañados del Pantano, que no sé por donde comenzar ésta narración.

Es un lugar saturado en memoria, percibida solo por mentes inquietas, que se zambullen en la historia en busca de respuestas. Es un vasto territorio virgen con historias y misterios.

El lugar no es atractivo para el común de la gente, por ser un territorio hostil, y sumamente desolado. Lo atractivo se lo debe buscar en lo profundo de su historia, en los testimonios que han quedado y que están desapareciendo por el paso del tiempo. O POR ESTAR EN ARMONÍA CON EL MEDIO.

Haciendo un poco de historia, recordemos que Diego de Rojas se lanza desde el Perú a la conquista de las desconocidas tierras del Tucumán. Luego de una dura travesía según las crónicas, llega al Tucumanao, valle de los "Paccipas". Quince años más tarde sigue los pasos de Rojas, Juan Nuñez del Prado, quien también penetra en los algarrobales del Tucumanao, siendo recibido por los naturales.

Esta tierra hoy convertida en desierto, estuvo cubierta por extensos algarrobales, ya desaparecidos. Solo quedan arbustos, retamos, jarillas, y vestigios muertos de enormes y seculares algarrobos.


A campo traviesa de Simbritas a Iglesia Pintada

Lo que quedó de una enterrada en un "huayco".

Construcción de adobe. Todavía perduran algunos de sus "horcones"
 

Antigua huella cortada por un gran médano sobre "La atravesada",
con rumbo al Tucumanao.

Este vasto territorio conocido en época colonial como "Valle de Paccipas", se encuentra circunscripto, al este por el cordón de Ambato, al norte por la Sierra de Belén y Atajo, al oeste por la de Zapata y Vinquis, y al sur las de Velasco, y las últimas estribaciones del Famatina.
Dentro de este enorme territorio se encuentra la "Depresión del Pipanaco".

Cuando se funda la ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja, se hace el reparto de las tierras al sur del Valle de Paccipas. El mismo Ramírez de Velasco fundador de la ciudad se da, por encomienda, el pueblo de "Aimocaj", que recibe el nombre de "Araupati Yuntaba". Siendo su encomendero Cristóbal de Contreras. Aquí tenía sus dominios el cacique "Alonso de Aymo". De ahí "Aimogasta" o pueblo del cacique Aymo, siendo "Gasta", Pueblo.

Según el cancionero Riojano, obra del escritor Catamarqueño Alonso María Carrizo, Aimogasta y Machigasta eran pueblos de indios, y está debidamente confirmado por los hallazgos arqueológicos en la zona.

Este territorio de Arauco perteneció en forma alternada a la Pcia. de Catamarca y a la de La Rioja, según ciertas fundaciones.
Cuando se funda la ciudad de Londres en 1558, por Juan Pérez de Zurita en el Valle de Quimivil, (Segunda ciudad más antigua de Argentina, y primera en Catamarca), el pueblo viejo de "Machigasta" (Pueblo de curandera, o pueblo de bruja), por "Machi" bruja y "Gasta" pueblo, y el valle de "Araupati" pertenecían a Catamarca, por estar ubicadas en la depresión del Pipanaco. Pero cuando se funda la ciudad de La Rioja en 1591, por un acuerdo entre ambas provincias, el valle pasa a incorporarse al territorio Riojano.

Luego al refundarse Londres de Pomán en las estribaciones occidentales del Ambato, el valle vuelve al dominio Catamarqueño, y nuevamente pasa a jurisdicción Riojana, cuando se funda la cuidad de Catamarca en el actual emplazamiento.

La ciudad de Londres fue una ciudad portátil, refundada en varias oportunidades, y en lugares diferentes, de acuerdo a las necesidades estratégicas del momento. En época colonial el título de ciudad equivalía a capital, por lo tanto Londres de Pomán, en su momento, fue capital de Catamarca; en ella fue recibido el falso Inca Pedro Chamijo Boorquez, que tantos problemas le trajo tanto al Indígena como al Español.
Pero cuando dejó de servir a los fines estratégicos del momento, y cuando el proceso evolutivo de la zona de Valle Viejo, superó al de Londres de Pomán por estar en una posición geográfica favorable, en el camino obligado al Tucumán, Santiago del Estero y La Rioja, fue prácticamente despoblada y abandonada, para fundar la nueva ciudad de Catamarca, donde hoy se encuentra.

Hoy es un poblado pintoresco, digno de visitar, al igual que sus alrededores. Tiene una visión panorámica. Desde él se ve toda la depresión del Pipanaco, y el campo de Belén.

Particularmente, divido a la zona en dos sectores, (A) y (B), no tiene un orden científico, de hecho se lo debería dividir en más sectores para su mejor estudio.
Solo me sirve para definir y organizar mis exploraciones.

Siendo (A), el territorio al sur del río Colorado o "Mayu Puca", y (B), el territorio al norte de la banda izquierda del mencionado río.

En el sector (A), entre el poblado de Bañados del Pantano hasta el río Tuscamayo y aledaños, se observan vestigios de antiguos asentamientos indígenas, donde florecieron las culturas Ciénaga y Aguada, de acuerdo a la cerámica dispersa sobre la superficie.


Un poquito enterrada. Así comienza la diversión.


Campamento base en Iglesia Pintada.


Uno de los tantos enormes árboles muertos, testigos del cambio fluvial en la zona.


Marcelo, sentado sobre la raíz del árbol expuesta por la erosión eólica.

Hay un sitio muy interesante ubicado sobre un montículo natural, en cuya superficie y alrededores se encuentran abundantes restos cerámicos, huesos de roedores y humanos, al haber quedado expuestos por efecto de la erosión eólica, hídrica, y la depredación.

Con respecto a la erosión eólica. Tengo fotografiada la raíz central de un algarrobo, expuesta fuera de la tierra, demostrando que el nivel del suelo, esta aprox. 1,20 mts más abajo que el de origen.

En este mismo sitio observé hace bastante tiempo, restos de revoque de "Quincha", torta de barro alisada en uno de sus lados, e improntas de ramas y palos en el otro, denotando que fue revoque de paredes o techo de viviendas.

El nativo utilizaba lo que le proporcionaba el medio para construir sus viviendas, y aquí solo podían utilizar ramas, palos y barro, o sea material perecedero. Es por eso que ya no quedan vestigios de ellas.
Hay sectores donde se encuentran restos de hornos para la cocción de cerámica, y fundición de metal, con escoria y material vitrificado sobre la superficie.

Predomina la cerámica Ciénaga y Aguada. A esta última se la denominó a fines del siglo XIX por Lafone Quevedo, como cultura Draconiana "forma de víbora", por la iconografía representada en la cerámica, con figuras de serpientes deformadas, dando la impresión de ser dragones. Eric Boman y Héctor Greslebin, en su libro "Alfareria de estilo Draconíano de la region Diaguita", definieron como cultura Draconiana: ".... El estilo Draconiano consiste en la representación de un monstruo ("Dragón") de cuerpo serpentiforme, ornado de manchas ovaladas y provisto de patas con garras, así como de una o varias cabezas antropo o zoomorfas, más o menos estilizadas, destacándose generalmente en las últimas, fuera de los ojos y la lengua, las fuertes mandíbulas con dientes puntiagudos....". Luego se definió a esta, como cultura Aguada. Quizás el primero que realizara una crítica al nombre Draconiano, fue Levellier en 1926. El creía que las figuras en realidad representaban imágenes felínicas.

Se nota un alto grado tecnológico en la confección de la cerámica Aguada. Sumamente refinada, con antiplástico muy fino, tamizado y controlado. Con una dureza extraordinaria sólo lograda teniendo una amplia experiencia y control de los hornos de cocción. Pues con tirajes naturales, no forzados, lograban una temperatura de más de 850º para lograr esa dureza y homogeneidad en el acabado. He visto en uno de los sectores, pequeños trozos de chimeneas que seguramente fueron utilizados para el tiraje del Horno.

Todavía hoy se puede apreciar sobre el terreno, tiestos de vasijas de uso cotidiano, pero también la hay de uso ceremonial y de enterratorio, que fueron hechas exclusivamente para ser entregadas a sus difuntos.

La cerámica ceremonial, es sumamente refinada y bella. La roja fue cocida a atmósfera oxidante. A menor temperatura que la gris, la que le da menor dureza. La gris oscura en atmósfera reducida, por eso su coloración. Esta última es de muy poco espesor, alrededor de 3 mm, pero sumamente dura. La cerámica Ciénaga puede ser lisa o con decoración incisa, en la que predominan las líneas rectas, y en Aguada las curvas, especialmente representaciones estilizadas del felino, serpientes bicéfalas o anfisbena con cabezas felínica, "serpiente dragón , o Amaru", figuras zooantropomorfas y antropomorfas, de las que se destacan la deidad de los dos cetros y el sacrificador. En muchos casos las incisiones las rellenaban con una especie de caolín, queriendo resaltar las figuras. La roja tiene un poco más de espesor y generalmente su iconografía esta pintada..


Vaso de la cultura Ciénaga.
Muestra Fundación PROA, en Vuelta de Rocha Cap.Fed. C.H.

Vaso de la cultura Aguada.
Estilo Hualfin pintado. Muestra Fundación PROA. C.H.

Vasija cultura Aguada.
Estilo Hualfin pintado. Muestra Fundación PROA. C.H.

Vaso cultura Aguada, con decoración incisa.
Muestra Fundación PROA. C.H.

La cultura Ciénaga pertenece al periodo temprano, aprox. entre los años 250 y 600 dc. y la cultura Aguada al periodo temprano y medio, entre los años 550 y 850 dc. con un nuevo concepto ideológico religioso. "El culto al Felino", y la deidad "Solar".

Aguada se desprende de Ciénaga, aprovechando la adaptación al medio de ésta última, y en el caso de la manipulación del metal, toma los conocimientos de la cultura Condorhuasi.

La ocupación Aguada generalmente se dio en el fondo de los valles, o piedemonte con depósitos aluviales. Uno de los asientos preferido de los pueblos de esta cultura, fué el Valle Vicioso, así se lo conocía al sector entre el Famatina y el Velasco surcado por el río Los Sauces, y la depresión del río Colorado ubicada en la prolongación austral del Bolsón de Pipanaco, que en definitiva es nuestro sector (A). En éstos sectores hubo distintos asentamientos Aguada, a la que también se la denomino "Cultura de los Barreales", por la relación del sitio con el medio.

Siempre inquietó a los arqueólogos la pronta desaparición de la cultura Aguada. Ellos atribuyen, a que quizás se debió a cambios ecológicos que modificaron el ecosistema, en especial las sequías y por lo tanto la pérdida de los cultivos.

El poder económico de esta cultura se basaba en la agricultura. Por lo tanto tenían desarrollado grandes obras hidráulicas en valles de Catamarca y en La Rioja. Por ejemplo en la zona de Los Robles, San Blas de los Sauces, etc. todavía hoy se utilizan para el riego, las tomas de agua que dejaron los naturales, conocidas como "Tomas Indias"..


Puco de la cultura Aguada, con decoración incisa,
representando cabezas felínicas.
Procedencia desconocida.

Vaso cultura Aguada. Estilo Ambato negro grabado.
(Libro Arte Precolombino. Alberto R. González).

Vaso estilo Ambato, con figura felínica.
En la cola se desprende una cabeza zoomorfa.

Personaje con máscara felínica. Estilo Ambato negro grabado.
(Libro Arte Precolombino. Alberto R. González).

Posiblemente los períodos de sequías hicieron descender las napas freáticas, haciendo que el enorme bosque de algarrobo fuera desapareciendo, y con él, su vaina o fruto que utilizaban en su dieta alimentaria. Hoy sólo queda buena vegetación en la zona de los "Baldes" como suelen llamarla, en especial en los alrededores del puesto del "Tucumanao", donde en la actualidad en el mes de Septiembre se realiza la fiesta de "La Batea".

Quizás esta sequía haya sido generalizada, haciendo que indígenas más belicosos del Chaco, los atacaran contribuyendo a su rápida desaparición.

Todo esto también debió impactar en la organización político - religiosa, llevando quizás a un descreimiento de sus dioses (La deidad Solar y el culto al Felino, o "Uturunco"). Sabemos por restos humanos encontrados en la zona, y por las figuras realizadas en en vasijas "El Sacrificador", que se practicaron sacrificios humanos, en especial decapitaciones. Por temor, o no comprender, pues no tenían una explicación racional a las causas del desorden climático, es que quizás utilizaron este último recurso ante sus dioses, para congraciarse con ellos.

Samuel Lafone Quevedo, publicó en los años 1883 y 1885 varias cartas en el diario La Nación de Bs.As, relatando costumbres de la Pcia. de Catamarca y norte de la Rioja, entre ellas relata "La fiesta o juego del Chiquí". Voz Quechua que representaba desdicha, mal agüero, "adversa fortuna". Era el numen funesto al que había que implorarle, para conjurar la mala suerte en épocas de sequía.

Este conjuro se hacía debajo de un gran algarrobo, utilizando cabezas de animales inmolados. ¿Por que no humanas?, y lo hacían bajo el efecto del alcohol "Aloja", que se hacía y se hace, fermentando el fruto de la algarroba.

El "Chiquí" formaba parte de la cosmovisión de los habitantes de la región; era una rogativa.

Por su parte Juan B. Ambrosetti, definió esta practica explicando:
"....los Calchaquíes hicieron intervenir en todo esto ( es decir, achacaron la causa de la adversidad que perseguía a cualquier cosa que emprendieran) a la fatalidad sobrenatural representada por un numen a quien había que conjurar: el Chiquí o Vatí (sic). La tendencia del hombre a crear sus dioses según su propio retrato, hizo que el Chiquí tuviera los caracteres morales de los Calchaquíes y, por eso, lo encontramos vengativo, sanguinario, feroz como ellos, y al que sólo aplacaban conjurándolo con holocaustos sangrientos que le ofrecían con más o menos abundancia....".

En particular pienso que la desaparición de los bosques de algarrobos, se profundizó luego de la conquista española, pues si no, no se explica que le hayan llamado Valle Vicioso, refiriendose al vicio o tamaño de sus árboles. ¿O quizás el nombre hacía referencia a otra cosa?.

Al respecto, el Padre Lozano refiriéndose a las costumbres de los indígenas, nos dice.
"..... Los calchaquies que eran gente, por lo común, bien agestada, altos, blancos, y fornidos; pero reyamba en ellos con excesso el vicio de la embriaguez, para que daba fomento la abundancia de maíz, y algarroba, que lleva al país....".

Ocaso de Aguada:
Pero quizás la respuesta al origen de las periódicas y prolongadas sequías, tanto en la época de Aguada como en la Colonial, se la deba encontrar, o relacionar con “Las Corrientes en Chorro”, que se originan en el límite superior de la troposfera. (Estas corrientes actúan como una gran banda transportadora, reguladora de los vientos sobre la corteza terrestre, generando patrones de vientos nuevos).

Los meteorólogos asumen que la Corriente en Chorro, dirige las tormentas en relieves bajos de la atmósfera.

Por alguna razón, esta haya modificado su recorrido ondulante, desplazando los vientos húmedos a otro sector, o no permitiendo el ingreso de estos donde eran habituales, convirtiendo, en este caso, lo que era un extenso algarrobal en un desierto. (Pero ellos no lo sabían, y por eso el enojo con sus Dioses).

Lo mismo ocurrió en los años 30 en la planicie central de los Estados Unidos, que con el agregado del mal manejo de los suelos, convirtió la zona en un desierto, lo que derivó en llamarse “Cuenca de polvo”, o con los indios Anasazi en el Cañón del Chaco (Estados Unidos), por citar algunos casos.

En conclusión la ocupación del sector (A) fue dado en el periodo temprano y medio. No así la gran parte del sector (B) que es de ocupación más tardía. Los sitios de éste sector presentan cerámica más tosca que las del sector (A), algunas con mucho y grueso antiplastico en la pasta, notándose el poco empeño en su confección, cocida a baja temperatura, haciendo que sea más desgranable con el paso del tiempo.

Es notable la influencia Incaica en este sector. Se encuentran sobre la superficie, restos de vasijas con pié aribaloide muy toscos.

           
ALDO LOMBARDI