PAMPA de los BAYOS:
La tercera.... ¿Será la vencida...?

Día 1

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FOTO: Eduardo CINICOLA
¿Será una cabeza de Puma?
Camino a Pampa de los Bayos

Quienes fuimos

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Era la tercera vez que rumbéabamos para la lejana e inexpugnable Pampa de los Bayos.

Como explico en los relatos de expediciones anteriores, la Pampa de los Bayos se encuentra en el fondo de un gran cuenco formado por un círculo de volcanes, algunos de ellos limítrofes con Chile, en la provincia argentina de Catamarca.

Las distintas erupciones de esos volcanes derramaron lavas y cenizas que se deslizaron hacia el centro de esa gran hoya. Las últimas erupciones expulsaron una ceniza vítrea color tostado que, al compactarse, formó una roca denominada toba volcánica, un poco más densa que la pumita o piedra pómez.

Luego, el agua del deshielo de las cumbres hizo su trabajo labrando numerosas grietas radiales que apuntan al centro del cuenco, donde depositaron sus detritus o arenas, formando una planicie casi circular de unos 5Km de diámetro. "Esa" es la Pampa de los Bayos.

Llegar a ella no es nada fácil, como en un juego de video tuvimos que ir sorteando distintos obstáculos y superando nuevos niveles.

El primer nivel, saturado de obstáculos, fue hallar la vía de aproximación, ya que la "pampa" se encuentra en una zona muy alejada de cualquier camino. Lo logramos en la primer expedición.

El Segundo fue hallar la forma de trepar con las camionetas hasta el borde de esa "corona" de volcanes (muy pegados unos a otros) que la rodean. Fueron muchos intentos desde casi todas sus caras, comenzando por unas interesantes, pero imposibles, quebradas que apuntan al sur. Continuando por el Este hasta llegar finalmente al Norte, donde descubrimos y arribamos a una escotadura, en la ladera del volcán Vallecitos. Alli, desde ese alto filo, la pudimos ver, allá en la lejanía, rodeada y protegida por ese inmenso campo de lava cubierto de grietas que se veían como la única alternativa para llegar a ella.

El problema fue que desde aquella escotadura a la que arribamos a 5.320 metros de altura (que bautizamos El Mirador) y desde donde apreciábamos ese espectacular panorama, era "imposible" meterse. Hacia el interior del cuenco la ladera caía abruptamente y parecía suicida intentar "tirarse" por allí. (Siempre tenemos que tener en cuenta que deseamos volver y a falta de otro, deberemos hacerlo por el mismo camino por el que ingresamos).

En este "video game" real, el tercer "nivel" consistía en hallar entonces una vía, no solo hasta el borde de la corona, sino una que permitiese bajar al interior.

Seguimos buscando y, en aquella, ya lejana, primer expedición, lo hallamos. Pero surgió un nuevo inconveniente, las profundas grietas que nos podían llevar al centro del cuenco, a la "verdadera" Pampa de los Bayos, estaban cubiertas de nieve. Tuvimos que regresar.

A nuestro regreso publicamos los tracks en ViajerosMapas y la expedición en Viajeros4x4.
Alguien "filtró" los tracks a otros hacedores de mapas ruteables y ya está, cualquiera con un poco de testosterona en las venas, y con un solo click en el GPS sería llevado de la mano a "la puerta" de la Pampa de los Bayos guiado por la voz de una fémina castiza.
 


Pero no crean que ese será el último nivel de este "video juego real". No, faltaba mucho más, y eso lo descubrimos en la segunda expedición.

Elegimos un mes en el cual suponíamos que las nieves estarían derretidas y, ya sabiendo por donde entrar, en poco tiempo (2 días) arribamos a "la puerta", no sin antes haber pasado por "El Mirador" a extasiarnos con el espectáculo.

Nuestros cálculos fueron acertados y la nieve ya no sería un obstáculo, pero…

Nos faltaba pasar el "cuarto nivel".

El "cuarto nivel" lo sufrimos intensamente en aquella segunda expedición en la que creíamos que tocaríamos el cielo con las manos…

El "cuarto nivel" eran las grietas.

Pensábamos que con solo elegir una de ellas, rápidamente llegaríamos al centro del cuenco a gritar ¡Bingo!

No fue así.

Esas grietas eran un verdadero laberinto.

Llenas de dificultades, escotaduras, rocas que se interponían, arenales y otras yerbas, finalmente las que no estaban cortadas por un derrumbe, acababan en un profundo pozo de filosa lava negra donde era imposible de cualquier forma intentar ingresar con las chatas. Ver expedición 2.

Probamos, insistimos hasta que la noche nos cogió a 5300 metros de altura y tuvimos que abandonar, por falta de tiempo y por temor a dormir a semejantes cotas de nivel, donde el oxígeno es muy escaso y el frío muy intenso.

Esos tracks no los publicamos… Noooo, con lo que nos costó… A ver si nosotros poníamos la mesa y otro se comía el asado !!  

Pampa de los Bayos se había convertido ya en un tema que afectaba nuestro amor propio y mellaba nuestra autoestima…  
 



Así surge esta tercer expedición donde intentaremos completar la tarea, llegar al centro del cuenco y tocar con nuestras manos la fina arena de la incólume Pampa de los Bayos.

Como si eso fuera poco, ya antes de salir le agregamos un nivel más al "video game" de la realidad…

Si lográbamos llegar al centro, intentaríamos salir hacia el Oeste, hacia Chile, por un filo "bajo", de "solo" 4.700 metros de altura que en Google Earth 3D se veía "factible".

Esta expedición comenzó en el Valle de Calingasta, en San Juan ya que allí acabábamos de explorar el Paso de los Patos Norte.

Continuó con un día de enlace que nos llevó a Tinogasta, lugar que sería el punto de partida hacia la cordillera, hacia el Paso de San Francisco para ser más exactos.

Ingresados a las entrañas de la cordillera, terminamos "descubriendo" una Laguna Escondida (peripecia narrada en este Relato).

Desde la Laguna Escondida continuamos buscando e insistiendo vanamente con posibles accesos al "cuenco" por el Sur.

Finalmente, ya escasos de tiempo, decidimos marchar a lo seguro y apuntamos los GO TO de los GPSs a nuestra anteriormente descubierta "puerta norte".

Como había nuevos integrantes en esta expedición que no habían tenido el gusto de observar el espectáculo de la Pampa de Los Bayos y el enorme campo de piedra toba agrietado que la rodea, decido que previamente pasaríamos por el Mirador, aquel que descubriéramos en la primer expedición y que se encuentra en el filo de la ladera Este del volcán Vallecitos, a la nada despreciable altura de 5.320m sobre el nivel de los mares.

Los vanos intentos por el sur nos consumieron la mañana de ese segundo día en la montaña y el tránsito hacia el Salar de Antofalla más circular por el hacia el norte, en busca de la huella al mirador, otras cuantas horas.
 



El asunto es que llegamos al famoso mirador bastante tarde.

Allá estábamos sacando fotos de ese atardecer que teñía de rojo el campo de toba agrietado, parados en un ventoso filo a 5300 metros de altura, cuando me percato que, el tránsito hasta la "puerta norte" de casi una hora más, deberemos hacerlo en la obscuridad.

Llevaba en la manga el "plan B", osado, riesgoso, casi inconsciente de tirarnos de cabeza desde el mirador al interior del cuenco.

La única posibilidad era por una serpenteante grieta labrada por el deshielo, muy empinada y "sin retorno", de la que no veíamos todo su desarrollo. Las sombras del anochecer tampoco ayudaban.

El riesgo permanente en acciones de ese tipo consiste en que hay grandes posibilidades de llegar a un lugar donde sea imposible continuar avanzando, sea porque la grieta se estreche demasiado, sea porque una gran roca obstruye el paso o porque un salto de más de dos metros se interponga en el camino.

En esa situación y si, tal como acá ocurría, la pendiente transitada es "irremontable", la única posibilidad de no perder la vida es abandonar los vehículos allí e intentar regresar caminando.

Siendo el "padre" de la loca idea y siendo el que conducía el vehículo más liviano, consideré que era mi responsabilidad hacer el intento. Les pido a Jorge y a Denis que se queden arriba para intentar ayudarme si debo regresar (aunque el desarrollo de aquella quebrada era de más de dos kilómetros) o, para evacuarnos si debemos abandonar la Cherokee abajo.

Cuando juntamos el coraje necesario y comenzamos el azaroso descenso, el sol hacía rato que había dejado la escena y las penumbras y el intenso frío iban invadiéndolo todo.

Primero circulamos por una superficie lisa con marcada pendiente, al costado de la grieta.

A los 200 metros no queda más alternativa que zambullirse en la grieta. El "salto" de casi 2m lo convierte en "el punto de no retorno". Respiramos profundo..., Pièrre baja a indicarme por donde pasar las ruedas para aminorar el riesgo y, ya estamos "adentro".

Al regresar a su asiento mi copiloto holantino me asegura haber visto como la Cherokee avanzó unos cuantos metros apoyada solo en las dos ruedas de su lateral derecho... tuve que tragar saliva...

Lamentablemente la escasa luz no nos permitió ver desde arriba el tamaño de las piedras que tapizaban ese lecho seco de una corriente de agua temporal.

La Cherokee se retorcía hacia un lado y otro, mientras unas de sus ruedas trepaban piedras y otras transitaban profundos pozos entre ellas.

El nuevo temor era quedar "colgados".
 



En la oscuridad, con esas inclinaciones, con ese frío que calaba huesos y con el escaso oxígeno de los 5.300 metros una tarea de rescate resultaría imposible.

Por la radio transmitíamos nuestros magros avances a quienes habían quedado arriba, mientras recibíamos de ellos aliento para seguir adelante.

Cuanto más bajábamos, más estrecho se hacía el desfiladero, mayor era la pendiente y, lo que era más grave, mayor era el tamaño de las piedras.

Las luces de la camioneta solo iluminaban adelante, lo que nos impedía ver si había alguna otra posibilidad por arriba, por los costados.

En un momento la inclinación lateral fue tal que estuvimos a punto de volcar, pero seguíamos avanzando y bajando, metro a metro. Ya habíamos descendido la friolera de 200 metros en altura, el equivalente a un edifico de cocheras de 70 pisos, solo que la "rampa" en este caso no era muy pareja. Según nuestros cálculos faltaba descender otros 100 metros más.

Algunos pocos golpes en el vientre de la chata, algunos "litros" de adrenalina más corriendo por las venas nos depositaron en una pequeña planicie a 5000 metros de altura. Punto ideal para detenernos, avisar a nuestros compañeros que podían intentar el descenso y… armar campamento, un hermoso campamento de altura a la friolera de 5.000 metros sobre el nivel del mar.

Denis y Jorge bajaban con la seguridad que el abrupto arroyo seco tenía salida, pero circulaban en la oscuridad más absoluta de una noche cuya luna asomaría recién a las 3 de la madrugada.

Impresionaba ver desde abajo esas cuatro luces que descendían a los tumbos como ovnis que viniesen del oscuro cielo.

En tiempo record tuvimos a nuestros compañeros a nuestro lado, con inmensas ganas de armar campamento para comer y descansar de una agotadora jornada plagada de emociones y descubrimientos.

Pièrre con juveniles casi siete décadas sobre sus hombros, no dudó en armar su inseparable carpa a 5000 metros de altura, con el enorme esfuerzo que eso significa, en oscuridad total y con temperaturas bajo cero.

Los demás dormimos dentro de las camionetas.

A pesar que llevo más de 20 años haciendo expediciones a la montaña, nunca había acampado a 5000 metros de altura. Por suerte no nos afectó a ninguno de los expedicionarios.
 


 
 
 
Las   F O T O S


FOTO: Jorge Alonso
El sol se estaba yendo cuando llegamos al mirador.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Pero nos permitió ver esto !!.


FOTO: Jorge Alonso
Y esto...
La bajada sin retorno !! Con un desnivel de 400 metros.


FOTO: Jorge Alonso
La Chero en uno de los primeros tramos de la bajada, cuando todavía era muy fácil.


FOTO: Jorge Alonso
Nos acercamos al punto de no retorno, el salto al lecho del arroyo seco.


FOTO: Eduardo CINICOLA
Desde abajo vemos como los ovnis bajan del cielo.


  Sigue acá...                        

           
EDUARDO CINICOLA
Febrero de 2010            


Todos los Tracks y WPTs relevados en esta expedición los encontrará en ViajerosMapas.