Otra excursión que hicimos, saliendo de nuestra "Base" en Varvarco fue, regresar, a tranco lento hacia Andacollo, entrando en todos los puntos panorámicos que encontrábamos en el camino.

El Río Neuquén va colectando las aguas de sus afluentes.

Nubes negras embellecen el paisaje.

En Las Ovejas nos salimos de la carretera hacia el este y conocemos el "aeropuerto" con unas "impresionantes" instalaciones y torre de control abandonadas.

Los idus de marzo ya tiñen de dorado los bosques de Las Ovejas.

Buscamos bajar hasta el río y descubrimos una pasarela colgante, peatonal y para ganado menudo que cruza a la orilla opuesta por sobre las turbulentas y claras aguas.

Allí vemos que por la orilla opuesta (Butalón Norte) discurre una huella vehicular (tres años atrás intentamos recorrerla con los coches partiendo desde Varvarco pero a la altura de Colomichicó un arroyo embravecido produjo un infranqueable corte), ahora veíamos que había marcas de tránsito vehicular. Vermos de ingresar desde Andacollo.

Volvemos a la carretera principal. Continuamos con rumbo sur y nos tomamos tiempo para fotografiar a "Las Meonas", unas cascadas que forma el agua de una vertiente, en un pequeño acantilado en la orilla opuesta del río Nahuehue, aquel que trae las aguas de las lagunas Epulafquen hacia el río Neuquén.

Pasamos por Bella Vista, Los Carrizo (con su particular pasarela colgante) y Cayantá antes de arribar a Andacollo donde aprovechamos lo avanzado de la hora para almorzar.

Así lo hicimos. Pasamos entonces primero por Huinganco. Luego, con rumbo norte pasamos por la entrada al Área Protegida Provincial Cañada Molina, allí se pueden visitar restos de una antigua civilización que legó su arte en petroglifos. No ingresamos porque ya era muy tarde.

Continuamos hacia el septentrión y la precaria huella nos llevó por prístinos paisajes bordeando el Neuquén rumbo a Butalón Norte y luego Colomichicó (aprovechamos para dejar unos regalitos que llevábamos para los chicos de la escuelita) y hablamos con uno de los hijos de la propietaria de esos campos. Cerramos trato para que un día de la semana siguiente nos alquilara los caballos necesarios y oficiara de guía para visitar el yacimiento de Colomichicó.

Ya de noche arribamos a nuestro "hogar", las cómodas cabañas de Varvarco.

Continúa...