Meseta de SOMUNCURÁ Gigantesca, inhóspita, aislada y deshabitada |
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Mientras con Piercarlo solucionábamos el tema de la pata de motor de Pampita, los otros tres vehículos que quedaban, con sus tripulantes se fueron a visitar unas canteras de piedra que hay en la zona de Los Menucos. Cerca del mediodía partimos hacia el Este, hacia Valcheta, rumbo a la costa. El camino de ripio plano, ancho y bien cuidado permite buenas velocidades de crucero. Pasado el mediodía arribamos, muertos de hambre, a Valcheta. Encontramos un buen restaurante y comimos unas exquisitas milanesas con ensalada y papas fritas (un lujo después de dos días de salamín y fideos crocantes). Hablando con la señora que atiende el local vuelve el entusiasmo por conocer la "mojarrita desnuda", esa que vive solamente en las vertientes que bajan de la meseta. Se decide hacer un paréntesis en el viaje a San Blas e ingresar a la zona de Chipauquil, al pié de la meseta, en las nacientes del arroyo Valcheta, para tratar de encontrar y fotografiar alguna mojarrita autóctona.
Un camino en bastante buen estado nos conduce por un fértil valle ascendente hacia las laderas de la Meseta de Somuncurá.
El valle fue tallado por el Arroyo Valcheta que nace de numerosas vertientes (muchas de ellas termales) que brotan en el talud de la meseta. La "Mojarra desnuda" necesita para vivir, condiciones únicas que se dan sólo en unos pequeños tramos de aquellas vertientes. Una condición es que la temperatura del agua debe rondar los 23 grados centígrados, condición esta que se da en un tramo de no más de 20 metros de aquellos dos o tres arroyos. Antes está muy caliente y más abajo ya el agua se enfría y resulta "incómoda" para las mojarras sin escamas. Tardamos poco más de una hora en llegar a Chipauquil, zona de las nacientes del Valcheta.
Buscamos primero afanosa e infructuosamente en un lugar que creímos propicio para hallar los peces exclusivos de aquella región. Las maestras de una escuela donde dejamos algunos regalitos, nos indicaron el lugar correcto donde hallar las esquivas mojarritas. El lugar preciso está custodiado por la policía de la provincia de Río Negro. El agente de consigna colaboró con nosotros para que pudiéramos encontrar y ver a tan esquivos pececitos.
Eramos una turba desesperada buscando en aquel arroyo de nos mas de 40 cm de ancho, algo que se moviera para fotografiarlo.
Luego de muchos ensayos el cuidador nos mostró un ejemplar que tienen en un recipiente de vidrio para que puedan ver los turistas.
Subimos unos cuantos metros más por las paredes del "Cajón" y encontramos más vertientes termales. Nos enteramos allí de quienes eran los propietarios de esos extensos latifundios. Visitamos el casco de una estancia cercana. Nos contaron que en pocos días se produciría un acontecimiento nuevo para la zona cual es la esquila del guanaco. Efectivamente. Los nuevos propietarios de las tierras de la meseta han hallado una actividad que puede producir muy buena renta de aquel páramo y esto es la venta de lana de guanaco, cotizada en muchos dólares por kilogramo en el mercado internacional. En base a ello, y una vez por año, suben a la meseta, arrean los animales salvajes hacia unas "mangas" y allí una serie de hábiles esquiladores trocan ovejas por guanacos y hacen su tarea. El espectáculo debe ser único y maravilloso (siempre que no le produzcan daño a los animales), pero se da una sola vez a año en fecha incierta cercana al comienzo del verano (mes de Noviembre). Volvimos a Valcheta ya de noche. En ese momento Germánico, Juan Manuel y Gustavo manifiestan que desistirían de la excursión de caza y pesca en San Blas. Germánico y Juan Manuel se volverían a Comodoro Rivadavia y Gustavo Taborda regresaría dos días antes a Viedma. Quedamos Andy y señora en su Toyota y Piercarlo y yo en Pampita, que nos fuimos a "cazar" y "pescar" a San Blas, pero eso es otra historia... FIN... |
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