AMIGOS de ... 

NESTOR QUERALT y su "jauría" de "buenos muchachos".

CATAMARCA:
"El cruce de San Buenaventura"

De Fiambalá a El Peñón


Escrito por Nestor Queralt el 30 de Septiembre de 2005 a las 20:11:33 en Path4x4.com

El Cruce de una Buena-Aventura

Corrían años de mirar mapas y de investigar sobre huellas y circuitos de intercambios regionales.
Todo hacía parecer que el cruce de la San Buenaventura se negaría una vez más.
Pero al leer la nota en la revista del "findesemana" donde catalogaban este cruce como " La ruta Fantasma", nuevos bríos se apoderaron de esta manga de atorrantes a los que nos gusta hacer locuras en motos.

Fue entonces que comenzamos con las averiguaciones del caso.
Primero consulta con "Eduardo Viajeros", que ya había estado por allí.

Después al Troesma Kirbus, quien nos dirigiera a Jonson Reynoso, gran conocedor y guía de la zona.

Nico Bello, también hizo su importantísimo aporte con tracks y fotos del lugar.

Como verán, tuvimos datos de lo mas "graneado" de la sociedad de aventureros.

Solo quedaba por "descubrir" unos 12 Km de camino "a Puna Traviesa" de los que no teníamos dato alguno.
Pero qué son doce Km?


Pueden ser muchos o pocos. Fáciles o difíciles...

Así que a calentar motores y largarse para allá. No quedaba otra.

 

Arrancamos de Fiambalá, donde nos enteramos que solo cuatro días antes, el intendente de la zona y una comitiva con 4 camionetas 4x4, ya se habían largado para Antofagasta de la Sierra y habían completado el cruce.

Nuestro proyecto, si bien compartía el cruce de la San buenaventura, se desviaría del trayecto de nuestros predecesores y encararíamos el cruce hacia El Peñón, si bien más corto en Km, creo que más difícil en lo que atañe al recorrido a campo traviesa.

Seis motos forman parte de este grupo.

Cuatro Hondas 650 R y dos KLX 650, todas revisadas y recorridas a fondo para un viaje de estas características, donde no se puede romper nada. José De Lisio (Pepe) con las Hondas y Mauricio Peyronett (Bata) con las Kawa hicieron su trabajo como nos tienen acostumbrados ( yo diría que mal-acostumbrados), pues en los 1500 Km que recorrimos, nada fallo y nada dejo de andar como corresponde.

Nunca me voy a cansar de agradecer el profesionalismo y la dedicación de nuestros MECANICOS (con mayúsculas) amigos. Sin la garantía que nos brindan al reparar/acondicionar las motos para este tipo de viajes, no sé si nos animaríamos a hacerlos.

Ahora, si me permiten, vamos a hacer una consideración especial sobre las características de un viaje de este tipo en La Puna.

Esto no es para improvisados ni para gente sin experiencia en montaña.

Aquí se corren riesgos muy grandes. Riesgos de vida.

Primero tengamos en cuenta la altura, si bien en este trayecto la máxima alcanzada fue de 4.300 m, es un valor mas que respetable.

Cualquier accidente requiere bajar con rapidez y hay que estar preparado para esto.

Segundo, las bajas temperaturas y la posibilidad de un cambio climático importante en solo minutos.

Hay que estar preparados para armar un campamento para protegerse de las inclemencias del tiempo y llevar los elementos necesarios como para poder pasar uno o dos días aislados.

Combustible necesario (acordarse de que en la altura los valores de consumo aumentan en forma exponencial), víveres, medicamentos de urgencia, etc., etc.

Un viaje por la Puna requiere de una buena dosis de "aventuritis", pero también de una cabeza fría que minimice todos los riesgos a los cuales vamos a estar expuestos, y ojo, que son muchos.

Andando en motos y sin equipo de apoyo, los riesgos se potencian.

Como recompensa, llenaremos nuestros sentidos de emociones fuertes. Sendas agresivas, desiertos imperturbables, viento, frio extremo y paisajes subyugantes.

Nos encontraremos con la cultura del tiempo.

Sumemos a todo esto, la posibilidad de enlazar en motos, dos pueblos que desde siempre se comunicaron a lomo de mula y tendremos como resultado un cóctel que entusiasma a más de uno.

No-solo a uno, esta vez fuimos seis:


Santiaguito Larroquette y Damián Domber


Jorge Pisano y Martín Caffarena


Cristian Romero y quien esto escribe, Néstor Queralt

Estuvimos en camino bien tempranito rumbo a Palo Blanco, desde allí a Mesada de los Zarate y sin perder tiempo ingresamos al camino o huella minera que nos adentra en la Sierra de San Buenaventura.


Esta huella, al estar recién hecha, no presenta dificultad para circularla. Quizás con el paso del tiempo y alguna crecida del río, la cosa se complique mas adelante. Por ahora esta en muy buen estado...
Hasta llegar al Gran Médano!!!!


Mammita, que Gran Médano!!!!
Parecía sencillito, por que se veía la huella, pero ¡Qué lugar mas jodido!!

Veníamos enroscaditos y cebados por el buen estado del camino y la fresca que hace que los motores tiren ese poquitin mas que te hace entusiasmar. y de repente nos empezamos a clavar en el piso de a uno.

Como venia adelante, la sorpresa fue mayor, por que se veía bien, había una pendiente respetable, pero la huella estaba, así que acelerar a fondo y a trepar!!!!

Minga a trepar!!!

Al PISO!!!
A rendirle homenaje a la Pachamama besando el suelo arenoso y de paso emular a Balá preguntando........ ¿Qué gusto tiene la arena???.



Después que vaciara mis fosas nasales, mis canales auditivos, mis ojos y todo otro resquicio que se llenara de arena, continuamos la marcha, sufriendo un poco los males de la altura, pues ya nos encontrábamos arriba de los 3 mil, para mí la barrera entre el cansancio y el bienestar.
A coquear, a coquear!!! Fue la indicación de turno.

Aquí comienza el vientito que nos acompañara durante todo el día.
Primero una leve brisita y al fin de la tarde se convirtió en unas rachas frías que helaron el agua de los Camel Bags y nos obligaban a temblar, no precisamente de miedo.

Frente a nosotros, cruzando el río, veíamos con claridad el rastro de la huella de herradura que diera origen a este camino.

Observamos con detenimiento los restos de unos corrales y unas casas hechas en terraza y que seguramente servían de posta para los arrieros que con sus mulas comerciaban sal y especias entre los distintos puestos o alojos que se suceden a lo largo de la huella.

Pensar que esta gente tardaba de 4 a cinco jornadas para unir Antofagasta con Fiambala y nosotros lo estábamos haciendo en horas ¡¡¡¡

Bueno, no hay que pensar mucho, hemos visto como en muchos lugares del país, los paisanos ya empiezan a utilizar motos de enduro para las tareas del campo.
En el sur es muy común verlos arriar montados en sus corceles de ciclo Otto.


Y por aquí también. miren este ejemplo en el medio de la sierra.

Una vez trepado este gran médano, la huella de pronto termina. sin dar aviso. Simplemente se acaba y un mar de arena y montañas por olas se encienden delante de nosotros.


Y AQUÍ COMIENZA LA PUNA.

La cordillera de Sanbuenaventura es el límite Sur de lo que conocemos por "La Puna".


Así que en ese puntito donde termina la huella, pondremos un cartelito que diga: "Aquí comienza la Puna" y si a alguno, después de pasar el punto, no le duele la cabeza, un morocho con una maza se encargará de que se cumpla la regla... ¿Qué les parece esta excelente idea?

¿Y ahora qué?


¿Para donde agarramos...?

San GPS, sálvanos de esta.

Y San GPS se enciende con todas sus luces y como"olfateando" la huella, su "flecha" nos ilumina el camino.

Rumbo a Aguada del Médano dice, y hacia allí vamos.

Un lugar alucinante

Ni voy a intentar describirlo, pues asumo mi incapacidad para expresar con palabras la belleza extraña de este lugar.

Buen lugar para acampar. Hay agua y leña.

Y no voy a cometer el sacrilegio de mostrarlo en fotos.

Si lo quieren ver, arrímense hasta allí. No se van a arrepentir.


Luego de disfrutar el paisaje, salimos al viento, a seguir bordeando salares, buscando la huella, rumbo al destellante blanco del Campo de Piedra Pómez y el gris selenitoso de Carachi Pampa.


El frío era atroz.

Circulabamos todos juntos tratando de no separarnos demasiado y siempre teniendo a la vista al compañero.

Las rachas de viento nos desacomodaban de nuestra vertical, haciéndonos asustar pero sin llegar a derribarnos.

Los granitos de arena traídos por el viento se colaban en las antiparras, haciéndonos llorar no sé si de dolor en los ojos o de emoción en el alma por los paisajes que íbamos asimilando en nuestros corazones.

Y así arribamos a Antofagasta de la Sierra y nos alojamos en su hostería, fría como de costumbre pero atendida con todo el calor posible por su personal.

Por la noche, heló, cayó granizo y se congelaron todos los vehículos que durmieron afuera.

Menos mal que nos dejaron entrar las motos al hall de entrada y así arrancaron lo mas bien por la mañana.

El resto rutina.


Camino aburrido al Peñón y de allí cada vez mas lindo hasta VillaVil, donde el placer de manejar en caminos de montaña explota de pronto y se convierte en una hermosa diversión.


Un fin de semana espectacular, rodeado de buenos amigos, buenos paisajes, no tan buen clima, y ese gustito a dulce que te da el recorrer por primera vez en motos, una huella que antes nadie había recorrido.

¿Qué más se puede pedir?

Nestor Queralt

nestorqueralt@gmail.com



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