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Arequipa |
En nuestro viaje a Cusco nos encontrábamos recorriendo Arequipa.
Esa tarde nos fuimos a las afueras, a la campiña.
Allí vemos como, desde épocas de la dominación incaica, se han construido numerosas y enormes "terrazas de cultivo" escalonando las laderas de la montaña para que el agua de los canales de riego pueda ser retenida por la tierra de los andenes y alimente los plantíos.
Y acá vemos la "modernización" del sistema de canales, uno cruza por sobre otro.
En Sabandía visitamos también "La casa del Gobernador", una lujosa construcción que data de la época colonial, en que Arequipa era el paso obligado de las caravanas que transportaban la plata del Potosí a los puertos del Pacífico para que, vía Panamá/Portobelo, llegara a la metrópoli. La casa del Gobernador también está construida en sillar blanco.
Aquel arroyo que baja de la montaña, corre entubado por debajo de la casa...
Y mueve esta piedra de molino para moler el grano. Se encontraba en pleno funcionamiento.
También conocimos las alpacas, camélido americano similar a la llama pero de lana más delicada. Conocimos las obras de arte de la pintura "cusqueña", realizada por eximios artistas aborígenes instruidos por los religiosos españoles. Marcan un estilo y como los indígenas no tenían permitido firmar sus obras, cada uno identificaba las propias con una "marca" secreta y semioculta (un pequeño detalle que solo él y sus colegas conocían).
Aquí vemos una escena del Vía Crucis de Cristo. Volvemos a la ciudad y, lejos del centro, vamos a visitar Yanahuara.
La Iglesia de Yanahuara data del año 1790 y, por supuesto, está construida en sillar Blanco.
Allí mismo, y en tiempos modernos, se ha diseñado una explanada con unos hermosos arcos labrados también en sillar.
Unos bonitos versos adornan su contorno. Pasamos por la agencia de viajes a buscar los pasajes para el ferrocarril del día siguiente ya que luego deberíamos cerrar las cuentas en el hotel, buscar un "albergue" para el R12 y desalojar la habitación a las 10 de la mañana (para no abonar un día más de estadía), además de buscar dónde esperar hasta las 9 de la noche, con el equipaje y cámaras que llevaríamos para pasar unos días en Cusco y Machu Picchu. Bueno, el asunto es que la agencia estaba cerrada. Los teléfonos celulares no existían (en Arequipa) y la "niña" se había esfumado. ¿Qué hacemos? ¡Vamos a cenar y a dormir, mañana será otro día! Efectivamente, al otro día por la mañana, la "guía turística" nos llamó al hotel para avisarnos que todavía NO tenía en su poder los pasajes, pero que "sin duda" los conseguiría antes de la noche. Le explicamos que necesitábamos certeza para abandonar el hotel y guardar el auto en lugar seguro. Y que no sabíamos qué hacer hasta las 9 de la noche con los bolsos a cuestas. Nos sugiere guardar el auto, dejar los bolsos en la agencia y que hagamos una excursión a un lugar muy bonito en las afueras de Arequipa, Yura. - Los taxis salen de la terminal de buses. Agregó. Dejamos los bolsos en la agencia (con la duda acerca de si estaría abierta cuando regresemos) y allí la niña nos dijo que nos esperaría a las 20 horas directamente en la estación de trenes con los pasajes para que abordemos. Vamos a la "terminal de buses" que era simplemente una calle en la que paraban todos los transportes colectivos, en medio de un caos infernal de gritos ofreciendo coches y minibuses a distintos destinos y bocinazos de vehículos que pugnaban por salir de aquella trampa de metal y carne humana. Descubrimos un "taxi" al lado del cual un niño vociferaba "¡ Yura ! , ¡Yuuuraaaa!". Nos dirigimos a el y ascendimos. Un enorme Chevrolet Impala de los años 60, con esas colas como el auto de "Batman". El plástico transparente que forraba los tapizados originales ya se había resquebrajado y tornado amarillo óxido. -No les comenté que en las zonas altas, la diferencia de temperatura entre día y noche, entre sol y sombra es muy marcada, así que siempre conviene llevar algún abrigo puesto. Yo llevaba mi campera de cuero negra. Estábamos allí sentados en el asiento trasero de aquel caluroso Impala, con los vidrios cerrados y el sol en la espalda y, aprentemente, el tránsito no permitía avanzar. Pretendo abrir las ventanillas y no tenían manivela. No dije nada, pensando que en cuanto nos pusiéramos en movimiento, el aire fresco que entrara por la ventanilla del conductor, nos aliviaría. Cuando a los 10 minutos el tránsito comienza a moverse, veo que nuestro chofer no hace ningún ademán de intentar sumarse a la caravana, sino que permanece estático. A mi pregunta acerca de qué sucedía, me contesta simplemente que está esperando al resto de los pasajeros... -¿Cómo que al resto de los pasajeros? Le digo mientras comienzo a encontrarle sentido a la actitud del niño que, al lado del coche, seguía vociferando "¡ Yura ! , ¡Yuuuraaaa!". -Si (me dice en un castellano muy cerrado), el vehículo tiene capacidad para 7 pasajeros; 4 en el asiento de atrás y 3 más acá, al lado mío... Imposibilitados de bajar (tampoco tenía manivela interna para abrir la puerta), nos resignamos a esperar mientras nos derretíamos como manteca en vidriera allí encerrados. Poco a poco fueron apareciendo los "clientes" faltantes y a la media hora nos pusimos en movimiento con la dotación completa.
Salimos de la ciudad y trepamos por la barda del profundo valle en que se encuentra Arequipa, el paisaje era muy bonito. Allá veíamos, desde otra perspectiva, los andenes cultivados a ambos lados del río. La cuesta continuaba. El enorme motor V8 del Impala con caja automática se "almorzaba" un litro de combustible por kilómetro. Para "recuperar", el chofer apagaba el motor en las bajadas pronunciadas. El "batimóvil" se embalaba hasta lo imposible (el motor apagado desactivaba el freno de potencia), el chofer se paraba sobre el pedal pero no lograba reducir mucho la velocidad, las ruedas chirriaban en cada curva y contracurva de aquel camino de montaña. En el asiento de atrás estábamos como en las canchas de fútbol, "avalancha a la izquierdaaaaaa".... "avalancha a la derechaaaaa"... Así llegamos, con el corazón en la boca, a Yura.
Caminamos... comimos... disfrutamos... pero la preocupación seguía en nuestras mentes, ¿Realmente estará la niña esperándonos en la estación de trenes? ¿Habrá conseguido los pasajes? ¿Podremos recuperar nuestro equipaje? ¿Se hará realidad en este viaje el deseo de conocer Cusco y Machu Picchu? A media tarde emprendimos el regreso a Arequipa.
La bajada final al valle de Arequipa fué antológica. Creo que mis dedos aún deben estar marcados en el respaldo del asiento del conductor. Pasamos por la agencia de turismo y pudimos recuperar el equipaje, una preocupación menos. A las 20 horas arribamos a la estación terminal de trenes. Era una verdadera romería...
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1 ARG. De Buenos Aires a la Costa de Pacífico en Chile |
2 CHILE: Reñaca, La Serena, Caldera, Puesto Fragüita |
3 CHILE: De Puesto Fragüita (Tocopilla) a Iquique |
4 CHILE: De Iquique a Arica (Frontera con Perú) |
5 PERÚ: De Arica a Tacna (frontera), Mollendo y Arequipa. - ES ESTA ETAPA - |
6 PERÚ: De Arequipa a Cusco y Valle Sagrado |
7 PERÚ: MACHU PICCHU |
8 PERÚ: Cusco, Arequipa, Juliaca, Puno |
9 BOLIVIA: De Puno a La Paz, Oruro, Potosí, Villazón, Buenos Aires |
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