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Llegó el día de la partida, 1ro de marzo. Rumbeamos para Mendoza por la 188. Pasaríamos a conocer el Cañón del Atuel en las cercanías de San Rafael (ya en aquel entonces se hablaban maravillas de ese rincón mendocino). A poco de salir, en Chacabuco, una temible tormenta de verano que obscureció el cielo en pleno mediodía, nos detuvo por un rato a la vera del camino bajo un aguacero infernal que no nos permitía ver mas allá de nuestras narices. Al atardecer decidimos detenernos en Ameghino (PBA), no tenía sentido seguir manejando toda la noche para cruzar el desierto del sur de San Luis. Lo hicimos al día siguiente y, luego de atravesar la ciudad de General Alvear, pasado el mediodía, arribamos a San Rafael. Dos enormes puentes sobre los dos brazos en que se bifurca el Río Diamante son la puerta de acceso a esta importante ciudad del sur mendocino. En medio de los dos brazos del río, una isla albergaba un bonito lugar para acampar, pero era temprano, continuaríamos un poco más. Las anchas avenidas desiertas de esa siesta de domingo de verano llamaban nuestra atención. El centro comercial está como 50 cuadras más adelante. También está desierto.
Queríamos conocer el Cañón del Río Atuel, en esa época comenzaba a hacerse conocido.
Unos kilómetros más adelante nos desviamos hacia la izquierda, el cartel indica Dique "El Nihuil" xx Km. Bien, yo sabía que allí comenzaba el cañón (o termina, si uno viene recorriéndolo desde abajo - cosa que yo no sabía).
Vimos el Lago El Nihuil y, después de una pronunciada bajada en zigzag, comenzamos a recorrer el fondo del cañón, allí donde discurre el Río Atuel y vuelve a ser endicado unos miles de metros mas abajo. Conocimos las llamativas formaciones pétreas y lo maravilloso de ese paisaje, que nos gustó tanto que volvimos luego en cuatro oportunidades más. En 1.991 En 1.992 Conseguimos permiso para armar nuestra carpa en el parque de una pequeña pero onerosa pensión a la vera del Atuel, que allí no es mas que un arroyo pues sus aguas corren entubadas por las entrañas de roca de la montaña. Por la mañana siguiente continuamos bajando por el Cañón.
Llegamos al tercer embalse, el de Valle Grande y vimos por primera vez al "submarino". Continuamos por el desolado camino que bordeaba el rugiente Atuel, aquí ya corre libre. Era un camino liso, ripiado y sin ninguna construcción a la vista (Ahora decenas de cabañas, campings y hosterías se han "adueñado" de la costa del río, pero el paisaje sigue siendo espectacular). Apurados, seguimos hasta San Rafael, cruzamos esa gan ciudad y de allí, directo a Mendoza capital. Recorrimos en horas del mediodía la ciudad capital de la provincia y, bajo un sol implacable, comenzamos a subir a Uspallata por la ruta de "los caracoles". Deseábamos pasar a conocer el famoso Hotel de las Termas de Villavicencio (lamentablemente estaba cerrado).
El camino fue muy interesante con una importante subida por camino de ripio en cornisa de bellos paisajes. Pasado el alto donde hay una cruz, comienza el descenso hacia el Valle de Uspallata. Llegamos cerca de las cinco de la tarde a un modesto cámping donde armamos nuestra pequeña tienda de campaña. Allí conocimos a una pareja de gente mayor, rosarinos, que nos comentaron sobre la existencia de petrogliflos indígenas en la zona. Combinamos que la mañana siguiente, antes de partir para Chile, iríamos con ellos a buscarlos.
En la breve excursión matinal del día siguiente pudimos observar una panorámica del fértil Valle de Uspallata. Luego de buscar por un rato, conseguimos encontrar los petroglifos.
Estaban sin ningún tipo de protección a merced de cualquier vándalo, que ya había realizado su daño.
Nada indicaba a que cultura pertenecían ni su datación, pero son bellos y perturbadores. Perturbadores porque nos llevan a pensar que muchos años atrás, un hombre como nosotros, pero con mucho menos tecnología dejó su impronta estética en la historia, su indescifrable mensaje, żDe agradecimiento a los dioses? żDe solicitud? żDe advertencia? żO de puro esteta?
Bellos, muy bellos. Ojalá existan aún. Ya eran mas de las once de la mañana cuando partimos de Uspallata a cruzar la Cordillera de los Andes. La carretera sube al costado del Río de las Cuevas buscando sus nacientes en la divisoria de aguas. Pasa así por Punta de Vacas, los Penitentes (donde posteriormente se construyó un centro de deportes invernal). Más adelante, el ingreso a la Quebrada de los Horcones, la que lleva a los andinistas en unos días de caminata a la cima del coloso de América. Allí está el majestuoso Aconcagua. Nos detuvimos a conocer el Hotel Termal abandonado de Puente del Inca. Había escuchado de él de boca de mi madre cuando lo conociera en su Luna de Miel.
Era desconcertante ver la esmerada construcción devorada por los elementos. En efecto, las mismas sales traídas por las aguas termales lo han invadido. Me recordaba las raíces de los árboles de la selva devorando los edificios de las misiones jesuíticas en la Pcia de Misiones. Es la naturaleza recuperando el paisaje.
El Puente del Inca (natural) sobre el Río de las Cuevas. Continuamos y poco más adelante hacemos aduana. Llegamos así a la pequeña localidad fronteriza de Las Cuevas a 3200 metros sobre el nivel del mar. Allí, el antiguo túnel del ferrocarril transandino, devenido en túnel vial nos debería franquear el paso a Chile, pero decidimos antes subir 1.000 metros más hasta el "Paso del Cristo Redentor" en la cima de los Andes.
Desde allí vemos el poblado (ex estación) de Las Cuevas, el arco que daba la bienvenida a quien ingresaba a la Argentina, la nueva carretera que lleva al túnel internacional y los viejos cobertizos que impedían que las vías del ferrocarril fueran tapadas por la nieve en época invernal.
En el paso de la cumbre (deshabilitado) aún se conservan las instalaciones de las policías de fronteras. Bajamos, cruzamos el túnel de 3600 metros de extensión y la luz al final de él nos iluminó el territorio Chileno. Era la primera vez en nuestras vidas que lo visitábamos.
La carretera en Chile era tan moderna y amplia como del lado argentino, pero como de aquel lado la pendiente de las montañas es más pronunciado, debieron construir interminables "caracoles" que nos llevarían nuevamente hasta el nivel del mar.
Esa tarde conocimos el Pacífico, el enorme océano Pacífico. Fue en Con Con, luego sería Reñaca y Viña del Mar. Se nos hizo la noche buscando alojamiento... para nuestra carpa. Finalmente la armamos en el Camping Aku Aku, en plena obscuridad. En esta etapa "se me fue la mano" con el relato.
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1 De Buenos Aires a la Costa de Pacífico en Chile - ES ESTA ETAPA |
2 CHILE: Reñaca, La Serena, Caldera, Puesto Fragüita |
3 CHILE: De Puesto Fragüita (Tocopilla) a Iquique |
4 CHILE: De Iquique a Arica (Frontera con Perú) |
5 PERÚ: De Arica a Tacna (frontera), Mollendo y Arequipa |
6 PERÚ: De Arequipa a Cusco y Valle Sagrado |
7 PERÚ: MACHU PICCHU |
8 PERÚ: Cusco, Arequipa, Juliaca, Puno |
9 BOLIVIA: De Puno a La Paz, Oruro, Potosí, Villazón, Buenos Aires |
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