Por el centro y noroeste de Argentina |
|
|
Agosto de 2003
En poco tiempo llegamos a la rotonda de Rosario de la Frontera. De allí con rumbo norte pasamos Metán y luego cruzamos el río Juramento. Unos quince kilómetros mas adelante estaba el WPT en el que debíamos abandonar los vehículos para adentrarnos en un pedemonte a buscar la confluencia. Llegamos cerca de las seis de la tarde. La confluencia quedaba 670 metros al Oeste de la carretera. Pero Oh!! Sorpresa!!! Era todo monte de espinas como en la confluencia anterior... Buscábamos denodadamente alguna picada o claro o senda abierta en el monte que hiciera menos traumática nuestra futura travesía pero... nada. Monte tupido por doquier. 670 metros puede parecer poco, pero hacerlo entre aquellos espinosos arbustos no sería tarea fácil. En un momento Andy, que había avanzado un poco mas al norte por el pavimento de la ruta, modula: ¿Qué eran unos metros de mas si el camino estaba un poco despejado? Cuando llegamos al lugar Andy ya no estaba. Había dejado la camioneta en la banquina, cerrada con llave y veíamos como Piercarlo se internaba en la espesura. Bajamos, sacamos cámaras y GPS. A las corridas cerramos la chata con llave y, cuando saltamos el alambrado ya Andy y Piercarlo habían desaparecido. Caminamos por un claro en la espesura acercándonos a la confluencia. Cuando estábamos a unos 600 metros de ella no vimos mas alterantiva que adentrarnos en el monte. Caminábamos agachados para evitar las ramas y con los codos para adelante para separar la espinas de nuestras caras. La operatoria dejaba huellas en nuestras manos y ropa.
Cada tanto llamábamos a los gritos a Andy y a Piercarlo, obteniendo como respuesta solo el graznido de las cotorras y el ruido de la maleza. A los 20 minutos de andar por la espesura sólo habíamos avanzado 130 metros (faltaban 470).
El sol se estaba poniendo y comenzamos a pensar que el regreso entre tanto monte y en la obscuridad podía ser riesgoso. No obstante eso, la cercanía a la confluencia "tiraba" hacia delante. Andy y Piercarlo seguían sin aparecer. Comenzamos a temer que se hubieran perdido. Pasaron otros veinte minutos de duro y lento avance entre esos espinos, cruzando pequeñas quebradas cuando obtuvimos la primer respuesta a nuestros llamados. Era Andy y estaba por allí, a unos 150 metros de nosotros. El sol se había puesto ya hacía un rato y solo quedaba un poco de su resplandor. A los diez minutos vemos aparecer a Andrés entre los arbustos, le preguntamos por Piercarlo. - No sé, creo que se quedó en la camioneta. - No, en la camioneta no había nadie. Creímos que estaban juntos. Además no contestó a ninguno de nuestros llamados. En fin, comenzamos a preocuparnos seriamente por Piercarlo. Andy sugiere, con responsabilidad que deberíamos abortar y regresar, ya no se veía por donde andábamos. Además, en el apuro no llevamos ni guantes de cuero, ni linternas, ni Handy, ni pilas. Y el Gps de Andy se estaba quedando sin pilas (baterías)... Pero faltaban menos de 200 metros para la confluencia.... Seguimos para adelande. Adivinando las ramas y las espinas. Adivinando la pantalla del GPS que, con el andar lento se volvía loca y nos cambiaba la dirección hacia la que debíamos marchar a cada rato.
Nos metimos por una quebrada, perdíamos altura. Pero, aparentemente la confluencia estaba 145 metros delante nuestro en la otra orilla de esa quebradita tapizada de espinos. Sugiero rodear para no tener que bajar y volver a subir. Ya no vemos nada. Pablo se adelanta y llega a un punto en que le marca 50 mts a la confluencia. Nosotros, por otro lado llegamos a otro punto distante 43 metros de la Confluencia. A pablo casi no lo vemos, pero lo escuchamos en el fondo de la quebrada a unos 50 metros nuestro. Hacia cualquier lado en que los espinos nos dejan avanzar el GPS indica que nos alejamos. Intento tomar una foto de la pantalla pero hay cero luz. En bulbo, sin poder enfocar y con un segundo de exposición tomo una foto de la pantalla del GPS iluminada con su propia luz (no sé como saldrá).
Allí si. Con la sensación de estar en una trampa para ratones ciegos decidimos abortar. Creo que estuvimos a solo 27 metros de nuestro objetivo. Salir de allí fue otra odisea. Una hora mas luchando contra las espinas y tratando de ubicar nuestro rumbo por donde la maleza nos lo permitía. Con la preocupación por el paradero de Piercarlo. Federico y Pablo hacían de baquianos. Orientados por la luna que recién salía y debía estar por lo tanto al Este, iban fijando metas de corto alcance. Aquel cardón mas alto. Aquella horqueta de aquel árbol. Torcer mas a la izquierda. Ahora mas a la derecha, la luna nos debe quedar a las 2. La maleza no lo permite. Corregimos mas adelante. Faltando 100 metros divisamos las luces de Nikita encendidas y un alivio. Piercarlo está a salvo. Esa noche, iluminados por una luna llena que acababa de salir continuamos camino y, remontando el río Juramento por su margen sur, en una senda recién abierta, hicimos los 75 kilómetros que nos separaban de Coronel Moldes, pasando el dique y lago de Cabra Corral, lugar de encuentro con Mauricio que debía llegar esa misma noche. A las 23:00 llegamos a la hostería, casi sin desensillar nos fuimos a una fonda a cenar. Intentamos comunicación con Mauricio y Adrián pero no había señal de celular ni alcance de VHF. Por la tarde nos habíamos comunicado y ellos estaban en camino sobre la ruta 34, cerca de Fernandez (Sgo. Del Estero) haciendo una de las confluencias que habíamos dejado pendiente. Exactamente a las 00:45 hacen su ingreso triunfal a la fonda Doña LADA, Mauricio y Adrián, que en una sola jornada se mandaron el tirón de mas de 1.600 kilómetros desde Buenos Aires hasta Moldes. TERMINA ASI EL SEGUNDO DIA DE ESTA TRAVESIA DE 10, FUE SOLO EL APERITIVO, LO MEJOR ESTÁ POR SUCEDER. Como las fotografías de aquella primer visita no salieron bien y, en realidad no habíamos podido llegar al punto exacto, volvimos siete días despues (17 agosto 2003), al regreso de nuestro periplo por la Puna. Mejor pertrechados, con guantes de cuero (piel) y a pleno día, nos costó solo una hora llegar al punto exacto y tomar las fotos que certifican el éxito.
- Para leer toda la travesía, comience de la primera de la izquierda -
|