Cada
año se siembran de 2 a 5 millones de nuevas
minas, añadiéndose a una de las formas
más generalizadas, más letales y de efectos
más duraderos de contaminación que el
mundo ha conocido.
Se calcula que Chile tiene unas 500.000
minas antipersonales a lo largo de su
frontera, cuya desactivación demandará
un gasto entre los 350 y 400 millones
de dólares.
La ONU considera que, si cesara inmediatamente
el empleo de las minas, se necesitarían
1.100 años y 33.000 millones de dólares
EE.UU. para eliminar, al actual ritmo,
las ya sembradas. La lista de los países
más poblados con minas se compagina con
la historia de los recientes conflictos:
Angola, Afganistán, Bosnia-Herzegovina,
Camboya, Croacia, Etiopía, Irak, Mozambique,
Ruanda, Somalia y Sudán.
La remoción de minas puede resultar muy
difícil, especialmente si han permanecido
en tierra durante más de un año. Se calcula
que para remover una mina terrestre, que
cuesta 3 dólares y casi nada colocarla,
se necesitan de 300 a 1.000 dólares.
A pesar de ello, la ONU no se rinde y
mantiene unos 5.000 desminadores sobre
el terreno, que sólo han podido extraer
unas 85.000 minas por año, mientras que,
en ese mismo período, son colocadas de
2 a 5 millones de estos artefactos. Así,
cada año se agrava el problema de las
minas terrestres.
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